INTERNACIONAL
Pandemia de coronavirus

Por qué Argentina debería establecer vínculos más estrechos con China y Rusia

En este contexo, y en el de una estrategia de “horizontes diversos”, el país debería establecer relaciones económicas más estrechas con estas potencias.

Vladimir Putin 20200506
El presidente de Rusia Vladimir Putin | Agencia Afp y Ap

Aunque el covid-19 ha paralizado al mundo, no ha paralizado a la historia. Una historia en la que las relaciones entre Beijing y Moscú han fluctuado entre la colaboración y la desconfianza durante los últimos 90 años. Hoy, el crecimiento casi simultáneo en influencia de ambas potencias, altera las relaciones de poder a nivel global,  impactando a su vez el escenario  sudamericano.

El apoyo de la Unión Soviética (URSS) a las insurrecciones del partido comunista chino fue crítico para el triunfo de la revolución encabezada por Mao Tse Tung, aunque a veces haya sido intermitente, como lo ilustra "La condición humana" de André Malraux. Así, luego del triunfo del partido comunista en China en 1949, Moscú y Beijing formarían una alianza ideológica y estratégica, que se manifestaría durante la guerra de Corea (1950-1953).

Pero China se negaría a ser el socio menor de una alianza mundial comunista dirigida por la URSS, y buscaría afirmar su independencia. Esto llevó al desarrollo de su propio arsenal nuclear y a una ruptura oficial en 1961, con disputas ideológicas ocultando las rivalidades nacionales. Los temores chinos a un ataque nuclear soviético llevaron a Beijing a construir una notable ciudad subterránea, con accesos desde las calles, que permitían evacuar a sus habitantes en minutos. Sólo en los años ochenta, Teng Xiaoping lograría pacificar las relaciones sino-soviéticas.

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Por su parte, la URSS dominaría una de las dos esferas de influencia resultantes de los acuerdos entre las potencias vencedoras de la segunda guerra mundial. Esto le daría la posibilidad de demandar deferencia de parte de otros Estados, y de ejercer allí un control predominante. 

Con la caída de la URSS en 1991, desaparecería el mundo dividido en dos esferas de influencia --Estados Unidos / Unión Soviética--, característico de la guerra fría. Sin embargo, esto no llevó a la desaparición de estas esferas, sino que en realidad ambas colapsaron en una sola. Así, según el profesor de Harvard, Graham Allison, el mundo entero se convertiría en los hechos en una esfera de influencia norteamericana.

Luego de aprovechar su “momento unipolar” (entre 1991 y la crisis del 2008), Estados Unidos enfrenta ahora una nueva era de competencia entre grandes potencias. En ella, China y Rusia usan su poder en forma creciente para defender intereses y valores que muchas veces se enfrentan a los suyos. Como afirma Allison, EE.UU. debe aceptar la realidad de que existen actualmente esferas de influencia en el mundo, y de que no todas ellas son norteamericanas.

China y Rusia usan su poder en forma cresciente para defender intereses y valores que muchas veces se enfrentan a los suyos

China ya supera el PBI de EE.UU.--medidos en igualdad de poder de compra--, y con los trabajadores chinos teniendo hoy una productividad cercana a la mitad de la norteamericana--, su PBI puede llegar a doblar el  norteamericano. Siendo el principal exportador mundial y el segundo en importaciones, China es el mayor socio comercial de los mayores países del Asia- Pacífico, lo que fortalece su peso en una región que Estados Unidos dominó en la posguerra. A su vez, China compite con EE.UU. en tecnologías de punta, siendo chinas 9 de las 20 mayores compañias de tecnología de la información del mundo. Empresas chinas lideran en varios campos de la Inteligencia artificial aplicada, como sistemas de vigilancia, el reconocimiento facial y de voz, y la tecnología financiera.

Por su lado, pese a tener la mitad de la población de la URSS, y ver su territorio notablemente reducido, Rusia todavía es una potencia nuclear funcionalmente equivalente a la de EE.UU. Tiene una industria militar que produce armas altamente demandadas, y unas fuerzas armadas que han demostrado ser una ventaja competitiva real, combatiendo con éxito en Chechnya, Georgia, Ucrania y Siria.

En base a sus fortalezas, China y Rusia procuran colaborar en lo internacional. Ambas tienen posiciones comunes en el Consejo de Seguridad de la ONU, ante las acciones militares de las potencias occidentales. Ambas han comenzado a realizar ejercicios militares conjuntos desde 2019.  Esto preocupa a EE.UU., cuyos expertos militares han verificado en ejercicios militares del tipo “war games” --juegos de guerra--, que pueden estar en serias dificultades si luchan contra ambas potencias a la vez.  Por otro lado, tanto China como Rusia, poseen una posición militar privilegiada en sus regiones y capacidades para dar una respuesta nuclear a una ataque nuclear.

Ambas colaboran en lo económico en el grupo BRICS, más allá de sus diferentes dimensiones. En efecto, China tiene una población diez veces mayor a la rusa y un PBI siete veces superior. Además, las sanciones económicas de Occidente a Rusia, luego de la anexión de Crimea, han acercado aún más a ambas naciones. Pero aunque Moscú ha redirigido sus ventas de gas hacia China, Rusia no es tan prioritario para Beijing, si se lo compara con el tener acceso al mercado de los EE.UU.

Aunque Rusia compite con China en forma frontal, si lucha por aumentar su influencia en el corazón de Eurasia, donde trata de predominar sobre sus antiguas repúblicas, mientras China implementa en esa región su ambicioso plan de infraestructura “Una franja, una ruta”. Sin embargo ambas intentan minimizar la influencia de EE.UU. en esa geografía , que representa según el especialista Andrés Serbin, tanto la retaguardia estratégica de una Rusia enfrentada con Europa, como también la retaguardia estratégica de una China con disputas geopolíticas en los mares del sur y este chino. Por otro lado, ambas potencias militares, compiten en la venta de armas al conflictivo Medio Oriente.

La influencia de China y Rusia se hace sentir también en Sudamérica. China sigue fortaleciendo su importancia económica en la región y Rusia aprovecha los componentes ideológicos y culturales

La influencia de China y Rusia se hace sentir también en Sudamérica. China sigue fortaleciendo su importancia económica en la región, a través de fuertes inversiones, y fortaleciendo su posición como principal socio comercial. Por su lado, Rusia aprovecha los componentes ideológicos y culturales de su considerable “soft power”en la región, para aumentar su influencia política y económica, como se evidenció este año durante la visita de canciller Lavrov a México, Cuba y Venezuela.  Pero Rusia también comercializa 70% del petróleo venezolano, y su empresa Rosneft  opera en cinco pozos conjuntamente con PDVSA.

En este contexo, y en el de una estrategia de “horizontes diversos”, la Argentina debería establecer relaciones más estrechas con China y Rusia. Sin embargo, debe conducirse con sumo cuidado en su interacción con ellas, teniendo siempre en cuenta el interés nacional, o sea el mejorar el bienestar general --incluyendo la libertad-- de sus habitantes. En otras palabras, debe actuar en forma sumamente inteligente en el período post Covid-19, donde varias cosas aparecerán destruidas, pero donde no debemos olvidar lo expresado por el emperador romano Marco Aurelio: “la destrucción de la inteligencia es una peste mucho mayor que cualquier infección”.